2.12.10

Mínimo # 2 (Amen, de amar)


Insistente por las noches la extrañaba y la lloraba, creía había muerto bajo la cama porque su olor rondaba en la habitación. Un buen día decidió sacar el colchón al sol y rezarle una novena para darle al corazón descanso entero +

30.11.10

Mínimo # 1 (Tetas)


Fui a la poesía como al ordeño, temprano y con pena; extraje los verbos blancos y al llegar a casa los tiré en el café endulzado por mi amada.


23.11.10

Ahí


Ahí donde los limites hacen raya,
donde generan fronteras;
Ahí donde los margenes sangran,
donde se aíslan con guiones las palabras;
Allí donde brota lo inmoral de los deseos,
donde se oculta el sueño irresponsable;
Ahí donde las pieles huelen
donde duerme el pecado;
Allí donde no me conocen
donde soy lengua y humedad;
Ahí y solo ahí es donde quiero perecer,
donde lo soñé, donde lo advertí,
donde me doy miedo.







22.11.10

Aniversario

"Solo un tonto celebra envejecer"
Francois de La Rochefoucauld


La edad delata con fidelidad lo implacable del tiempo, pero solo eso, hasta ahí.
Lo demás lo añadimos nosotros, como adobando el plato de cada día.

16.11.10

Forfeit


No soy quien para nadie y alguien no es nadie para quien no sabe ser.
Sigo mordiendo en mi boca la lengua y mis dientes como hojas secas.
La imaginación sedienta extraña lo cautivo de la luz en sus palmeras.
Una vez dije a una mujer que la amaba y termine haciéndola llorar,
Y desde entonces en mi correspondencia hieden sus versos malditos.
Cabalgué en la ausencia impresentable de los días añorando la niñez,
Hurgando en los recuerdos del sabio fuego que me había hecho suyo
Perdí la fe en los bares hundido en la axila derecha de mi ser,
Y arrastre las palabras conmigo.
Otro día dije a otra mujer que la quería y termine alejándola de mi,
Habiendo sido un huraño febril mostré mis cartas una a una al azar,
El juego había terminado, no cumplí con reglas, violenté el margen,
Perdí por perder.


Receta


Dudo de la "A" a la "Z" puedas llamarme de alguna manera,
ya mis letras no caben en tu abecedario.
Dudo de la treguas existentes, de las omisiones a la fidelidad
y me hago eco de otros poetas en la desdicha.
Apresuro mi paso en esa larga avenida,
aún cuando sé que ya te fuiste, aún y cuando sé que podrías no volver.
Por las tardes menguo entre sales y gente de colores vibrantes,
al llegar vengo con nuevas palabras y bonitos versos hechos con ellas,
los meriendo con sus fotos y trago con bocados de olvido
cada cicatriz tallada en la memoria.
Para la noche no dejo mucho, solo algunos espasmos,
y la impenetrable burbuja de su perfume a avena.
Esa es mi receta, esta mi perfidia.


27.10.10

respete la casa


Apague las ideas eróticas,
Limpie en la acera sus zapatos,
En casa prescindimos de alfombras faciales.

Quéjese en la ducha, el agua insípida lo oirá,
Desnutra sus ojos y cosa los labios;
Piense que los senos son tetraedros arriesgados por demás.

Ate sus manos al las sillas,
Olvide la lencería perturbadora de aquella dama,
Descuide y olvide el sexo

En esta casa sus pretensiones son abyectas,
Haga su maleta, brinque las avenidas y los valles,
Huya, corra de aquí; esta casa se respeta.



5.10.10

Nada visible.


Envuelto en lo carnoso de tus labios,
esos que decoran tu rostro con descaro.
Me hago corto en la distancia, sencillo, frágil.
Ya no soy yo quien corre en tu dirección;
fue el viento el que me acerco hasta tu perfume,
confiado voy dejando que tu cuerpo me enseñe el camino,
con los brazos abiertos me deslizo para no perder detalle
hasta tus zonas blandas y húmedas,
la semillas ya fueron arrojadas al campo,
y mientras llueve voy despertando del letargo
sútil y agitado.



24.9.10

Exuberancia reflejada


"No es tu sexo, lo que en tu sexo busco..."
Leopoldo María Panero


Como si volumen se tratase sólo de sonidos,
Tus nalgas irrumpen las fronteras de mis manos al margen de lo permitido;
Como si lo épico siempre fuese fatal,
Aparecen tus tetas a palmos haciéndole guerra a la paz de entre mis dedos;
Y como si el néctar perteneciese sólo a los alados,
Arranco de cuajo esta reverencia y me adentro en tu sexo
cual colibrí sediento en cayena intacta.


"Odien!
Hártense
de poesía!"
Víctor Valera Mora

26.8.10

el marciano en el tejado


"A mis amigos le adeudo la tenura,
y las palabras de aliento y el abrazo,
el compartir con todos ellos la factura,
que nos presenta la vida paso a paso"
Alberto Cortez

Aquella mañana Yender había despertado con la inaudita convicción, al menos para él, de que en el techo de su casa habitaban los marcianos. Eran días difíciles para Yender en aquel tiempo, lo quebrantado de sus bolsillo afectaba irremediablemente lo rentable de su salud y viceversa, dormía pocas horas, a veces ni lo hacía, fumaba hasta altas horas de la madrugada pensando sandeces de mero ocio.

Por las noches oía caminar, solo y nada más que a uno de ellos, pasos agigantados daba, unos tres o cuatro, tal vez, -debe usar botines de tacón- pensaba mientras continuaba con su ritual inoperante. En una oportunidad observó y escuchó una teja caer al piso, causando un estruendo que lo hizo ponerse de pie ante el adormecimiento que empezaba a invadir sus ojos desorbitados, esa noche adjudicó tal hecho a la mala manutención de la casa.

De vez en cuando dedicaba su desvelo a escribir e intentar discernir, por la manera de caminar si se trataba de un espécimen macho o hembra, llegando a conclusiones como por ejemplo: "...mi madre tenía el mismo taconeo al caminar, era como un tap tap, plam tap, tap plam (Bis)" Pero por lo corto de la caminata descartaba la posibilidad de que fuese ella, y mucho menos aún imaginar a la vieja montada en ese techo.

En otra ocasión y siendo esta tal vez el contacto más cercano, estaba plenamente despierto en la terraza, fumando como de costumbre sentado en la silla de madera y los pies ligeramente apoyados sobre el borde de la mesa y oyó una moneda tintinar en la superficie del techo, aterrado por este extraño pero reconocido ruido salto de la silla en un "monosílabo" y se escondió en el clóset de la habitación, allí asustado espero unos minutos mientras analizaba el terrible paisaje que se le dibujaba esa noche. No pego un ojo en la oscuridad aparecida y ya durante el día no podía dormir, debía ocuparse de otros asuntos. Esa tarde se encontró en la calle con "el Rúcula", un amigo del barrio, su nombre de pila era Rafael Iglesias, había llegado soltero al país huyendo de la guerra civil española y al encontrarse tan abundante belleza por nuestras calles se transformó en un viejo enamoradizo y verde, de allí su apodo verde y españoleto como la rúcula; Yender le comenta lo acontecido la noche anterior, así como la serie de sucesos que le venían acaeciendo, a lo que "el Rúcula" no le da mucha importancia y le dice: -Dejadte de cosas Yender, hoy mismo en la noche nos vemos en el tugurio de Don Alfredo, ahí me contáis todo y con lujo de detalle, mira que seguro te esta haciendo falta salir de casa hombre-, y así fue como termino de transcurrir la tarde.

Ya por la noche Yender decide adelantarse unas horitas al encuentro ya que "el Rúcula" no tenía muy buena copa, solía rascarse con rapidez y por el contrario Yender decía "sí he de comer, que sea para alimentarme; y sí he de beber que sea para embriagarme", rondaban la diez cuando apareció "el Rúcula", Yender ya había sumado unos tercios a su cabeza; el viejo le hace una seña al cantinero pidiendo la ronda, mientras su mirada se desviaba hacía los culos de las tres mujeres que concurrían el lugar, una vez los tercios helados puestos sobre la barra, "el Rúcula" enciende un cigarrillo y golpea el hombro de Yender y le dice: -A ver, echa tu cuento chaval-, Yender, con toda confianza le explico al viejo por la situación que atravesaba y explico que esa era la razón de su desvelo, agregando después lo de los extraños sonidos por las madrugadas. Habiendo hablado Yender, "el Rúcula" le dice, que esos son sonidos acumulados en las paredes, que debía hablar con Maruja, la santera del barrio y no descartar la idea de hacerse un trabajito, para limpiar la impurezas que llaman, a lo que Yender asintió muy concienzudamente.

Esa noche las cervezas inundaron el bar, las ideas y el pensamiento de Yender, el viejo le había dejado la barra libre y ni corto ni perezoso se dedico a beber, porque como el bien lo decía, "sí he de comer, que sea para alimentarme; y sí he de beber que sea para embriagarme". Salió del bar dando tumbos y saludando, su casa, a no más de tres cuadras se veía desde allí, así que decidió caminar para pasar la pea, durante el camino iba haciendo check list de sus pertenencias, la calle era el lugar perfecto para jugar a estar borracho, un perro olfateaba la noche y ladraba a Yender mientras este le decía -chite perro, chi, chi, chite-.

Al llegar a la casa Yender se hundió como una roca en el mar entre la montaña de andrajos que decoraban su cama, en el preciso instante que Morfeo empieza a llevarlo en sus brazos recuerda el cuento de los marcianos en su tejado y se levanta al baño para verificar si están o no y de paso echar una miadita, para cuando enciende la luz se da cuenta de que la casa se encontraba totalmente desvalijada, había perdido su televisor, la cocina, la nevera (con el agua fría que tenía adentro), el radio y hasta una sanduchera que tenía en su caja para ir a empeñar, al percatarse de lo sucedido balbucea en voz baja pero molesto, -marcianos consumistas de mierda, me dejaron pelando bola coño-, y se soltó en llanto.

17.8.10

intriga


Picas, muerdes y adormeces,
Atrapas, te encarnizas y luego dejas ir como si todo hubiese pasado;
Me aruñas, me susurras, me fastidias.
Inclemente eres como el sol de aquella ciudad que veo a los lejos;
Me abres la boca, me induces al alcohol, me sobornas.
Me pellizcas hasta romper con los sueños,
Caigo, pienso y luego sigo cayendo,
El dolor y la poca paciencia me desvelan.
Llegas, irrumpes, atraviesas,
Te luces y te muestras integra,
Eres la inquietante intriga y esta vez vez estas frente a mi.



15.8.10

Se me nota el miedo


Se me nota el miedo, se me nota cuando salgo por las tardes,
Lo delata mi caminar de hormiga,
Ando como huyendo de los dedos que acechan desde los techos;
Se revelan las miradas que antes se escondían en la niñez,
Humillado en la esquina me recuesto a los recuerdos más ingenuos;
Tal vez ese día soleado en el parque sea la salvación.
Miro a todos y todos me miran,
Saben que traigo algo conmigo, lo llevo en mis pantalones mojados,
En mi camisa arrugada, en el sombrero que arrastro.
Se me nota el miedo, y soy yo quien me delato.



12.8.10

pareja

Oceánicos amantes


Caminar atado con tus piernas a las mías no resultó nunca fácil; tropezábamos casi siempre, tanto así que los destrozos en nuestra piel ya se nos hacían cotidianos; mi rodilla terminaba atosigada y crujiente al final del día; ya el doctor nos había advertido que el lazo era una sucesión de nudos incomprendidos, tal como tu, tal como yo; me temo que fue ese día que hicimos y nos deshicimos del amor. Tú con tu fervor precipitado a marineros y capitanes y yo con mi deseo intangible a medusas y sirenas. Las fantasías siempre dieron al mar.


(slow)

Algún lugar encontraré (slow) by juaneleno

Hoy


Las miro en la calle,
Las espío entre el gentío que habita en mi pañuelo;
Se rozan, se agarran y se tocan buscando los errores del día,
Miran a todos, pero no ven a nadie.
Mientras tanto metido en el bolsillo de sus dioses
Saco mi lengua y mojo sus sexos,
Saboreando con gusto y sin discernir.
Hasta que finalmente estornudo, para que piensen que está lloviendo.


9.8.10

en qué se piensa cuando no esta ella...


en qué se piensa cuando no esta ella,
en las quejas que lleva implícita el provenir,
en la sombra y la luz
en los besos que me faltaron, en los que me sobraron;
en las palabras que ese día se acercaron a saludarnos y en las que no.

en qué se piensa cuando no esta ella,
en los olores que traen las damas taciturnas,
en la noche y el día
en el ayer y en la mañana que ya vendrá para dejar de ser
en el desorden del universo y las estrellas allí tiradas,

en que se piensa cuando no esta ella,
en ella irreconciliable con el pensamiento.

5.7.10

último tango


Me detengo en la aguada noche, flácida y descontenta;
Con la boca seca pronuncio en voz baja las dudas,
Más oscuro no podía estar acá afuera, todas la luces se fueron a otros continentes.

Alguien camina, no lo veo, pero lo sé por el chasquido de sus pasos al desandar;
Víctima de ese odio del mundo yace en la noche con la cabeza al fondo, el olvido lo cobija;

Sigo hablando con la tenue luz que asoma el poste de enfrente,
ese que por la tarde hicieron suyo los perros de la cuadra;
Ya para el final desecho algunas ideas en la basura, mojo mis labios con la lengua, me doy vuelta,
Apago la luz y entro pisando los charcos:
"El último que se acueste apaga la luz" grita alguien, no lo veo, se duerme la noche.


14.6.10

La carretera.


Una vez más las ruedas de los carros y el asfalto conspiran contra mi,
No sé porqué lloro cuando te vas,
es como si el tiempo juntos nunca fuera suficiente,
es como si me taparan los ojos cuando más deseo ver,
es como si los segundos fueran trozos de algo que no quiero que deje de ser,
es como cuando llueve, es como llorar cuando se está triste,
es como ahora...



El eco de los tambores


Cada beso, como mano al cuero, suena el tambor,
Mis lágrimas llevan y reproducen el eco del sonido al caer.
La casa es el único lugar al cual no quiero volver,
¿Cómo dormir?, ¿Cómo soñar en tus sabanas sin ti?;
Mis pretensiones se desnudan y deambulan por las calles,
Mis ojos como presas sostienen los ríos que se han de venir.

Una vez más es insoportable el peso de la soledad,
Decido caer justo antes correr,
Y en el descenso me seco por dentro,
Y llueve al revés con los ecos que reclaman al cielo tu presencia en un solo de tambores que repudia el silencio.



9.5.10

Ana


De aquí hasta allá voy juntando las palabras en mis bolsillos;
Recordando lo que tanto dijiste cuando me hablabas,
Las tías, los tíos, los nombres, los abuelos,
El calor y el color de la tierra que te vio parir.

Volveré, no sé cuando, pero lo haré,
Con nuevos zapatos o tal vez descalzo.
Servirás en la mesa mi plato preferido y el arroz con leche,
Preguntarás cómo me fue, te daré las gracias,
Y como no será suficiente te haré nacer una y otra vez.


8.5.10

Tengo


Tengo, tu presencia, tu recuerdo y tu reflejo;
por la tarde bajaré a la tienda a comprar pan y mermelada de guayaba,
en el camino iré pisando hojas secas hasta tu reencuentro;
como a ti no te gusta el queso picaré pocos trozos.
No sentaremos en la azotea nos quejaremos, nos abrazaremos,
nos comprenderemos y nos extrañaremos;
para finalmente lanzarnos al vacío llenos de migas de pan y un dulce sabor de boca.

7.5.10

postal

Me iré por los campos,
Recogiendo piedras y creyones.
Iré pintando árboles, casas y soles,
Tocaré campanas y vendré corriendo,
Miraré tus ojos y serás postal para mí.

5.5.10

otra joya más (btw)

C.N.I.M.Q.U.C.D.P. by juaneleno

he traído un regalo


Por estos días leer poesía cuesta casi lo mismo que andar en buseta, así que opto por comprar un libro y llegar caminando a casa, una vez allí me acerco a tu "odio" y digo:

-¡traje un regalo!- detenido en la puerta de la entrada con una bolsa blanca enrollada en mi mano derecha y la sonrisa inocua de lector.
La mirada despectiva sin retraso alguno llega justo a tiempo y como la aguja que atraviesa la tela, dices:

-¿y ahora, con qué reales pago el taxi?- y antes de ser golpeado con el llavero ya cuando este empieza a emprender vuelo, respondo:

-por estos días se viaja más seguro entre palabras que en cuatro ruedas, mírame, estoy contento y he traído un regalo-

Pum! zarpazo en el ojo izquierdo. Si ella tuviera tantas ganas de leer como puntería, ya estuviéramos tendidos en la alfombra haciendo el amor hasta la saciedad. Le he traído un regalo.

2.5.10

también conocido como...



Los detalles con detalle te los haré saber en unos días, la memoria, aspiro, me dará para mucho más.

Somos muchos los que esperamos llenos de ganas.

Mientras estaré bebiéndome unas cuantas armando los caminos;

Mientras pensaremos en lo de tu nombre y hablaremos por ti.



Secuestro 1.5


Del amor podemos deshacernos.

De los visitantes podemos excusarnos.

De los extraños podemos mendigar la comprensión.

De los vivos solicitar algo inerte.

De los estáticos la vida.

Del anhelo extraemos el eterno suspiro al lado.

Del vicio dilatemos el respiro.

A los ausentes todos los reclaman,

A los presentes nadie los extraña,

A los que están por venir, dejaremos todo limpio.

De los vinos me jalo el corcho.

De las cervezas el gassssss.

Y de tu rostro y el ruido, tus quejidos, estas secuestrada.

Mo'nique

Ya (entre paréntesis) estoy en casa.

Paso largo rato pegado a la misma historia (entre paréntesis),

Logro oírte, sin hacer mayor esfuerzo (entre paréntesis).

Atiendes partos (entre paréntesis) de ideas en este instante.

Bienvenida y bienvenido a la palabra.

Gracias por tus oídos.

seul.b


Ajena la voz y el lugar,

Quito escenas ya antes vistas y fijo la mirada en ti.

Ahora con menos cosas por decir.

Llena, fuerte, gruesa.

Hablas, o no sé si hablas.

De afuera venimos y sin razón oímos,

Los mismos versos desgastados.

Ya es tarde para inclinarme hacía ti.

Benditos segundos, benditos ruidos, bendita voz.

25.4.10

por sí las dudas

No creo se entienda el espacio en el que habito, es tan poco lo que se ve de él que las paredes están hechas de dudas sobre dudas.

15.4.10

Piano


He vuelto, y sin saber porqué, me encuentro de hincado ante la sutileza de la palabra;
No prometo nada. Sólo dejo que mis dedos se integren al sutil encuentro de tu verbo.

14.4.10

Coro


Pensar lento, dar de vez en cuando una bocanada,
Pedir permiso a la ausencia para entrar en el letargo de la gota que cae,
Tender el mantel para merendar preguntas y cenar dudas;
Y así recostar la cabeza sobre la piedra que espera hacer brotar la mala palabra,
Esa, la que no se dice.

8.3.10

Feliz Día de la Mujer Mundial!


"¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas..."

(extracto de "Si Dios fuera una mujer" de Don Mario Benedetti)

3.3.10

Aves en el paraiso

3.

Llevo tal vez ya varios días luchando con la supervivencia, ando detrás de un par de cucarachas que rondan en mi cocina y ahora es cuando empiezo a pensar que tal vez me dé la vida en ello.

(Un creador fue injusto, a ellas le dieron alas)

La ruta


Estas palabras llenas y llanas caen con desparramo, sin actitud ni presencia,

Una a una van haciendo la ruta, alguna que otra coma se topan en el camino,

Y no son más que el mero desgano del escritor en continuar escribiendo en los caminos que el camino que hacen las hormigas;

Esos que conllevan a vivir una vida llena de igualdades, con el desconcierto del dedo que aplasta las victorias.



1.3.10

2.

(post inspirado por: Pichú)

Lo único que esperaba con leal tristeza aquella tarde, era que el bus saliera con la protagonista de mis sueños. Destino: realidad.

Luhben Wulfhreng

El vendedor sin más a que hacer referencia solicita al cliente sus datos para completar la transacción y procede a preguntar: - ¿Disculpe señor su nombre por favor?- Este responde algo extrañado ante tal cuestionamiento:

- Luhben -

Del otro lado el cajero aún más sorprendido le replica: -¿Disculpe señor no le entiendo? deletréelo. Una vez más se repetía la escena pensó, y con la resignación jugando en su frente respondió a la solicitud:

- L-U-H-B-E-N-

La duda pintó y dió el punto de confusión que merecía tan incómoda situación y la pregunta inesperada no se hizo esperar - ¿Señor disculpe tiene otro nombre para facturar?-

- ¡Wulfhreng! -

El cajero sin poder ocultar el sarcasmo dijo: -Conservemos las discreción y continuemos con los demás datos... -


1.

“No hay botella en el mar que carezca de mi voz de aliento a los náufragos de mi isla grande”, citaba la nota que contenía la botella que hallábase ese día a orillas de algún desposeído de palabra.

25.2.10

la ventana


Si alguna vez me ve cerrar la ventana,
tíreme piedritas;
del resto me encargo yo.

23.2.10

debut y despedida


Si de algo saben estos suelos y estos valles es de lluvia y frío. Sus calles llevan las marcas de la revolución y los desobedientes; detenida en un tiempo, del cual no se tiene recuerdo o no se quiere recordar.

Área de conocimiento para los extremistas, fascinados se encuentran en las calles, discuten temas varios con un tumbao' que resuena al final de cada palabra.

Si de algo saben estas paredes es de vástagos sin nombre. Sus corazones llevan vendados los ojos para no tener que discernir, lo bueno y lo malo se juntan y se beben en shots, los bares son responsables.

Arde la ciudad, arde la gente con ella, se mimetizan las llamas, las gotas, las balas, y la noche se llena de hastío, los peatones atraviesan los túneles, inacabables, interminables, llenos de hielo.

Valle eterno, tristeza infinita... Su viento aún roza los costados de un corazón que latió a la par de sus días.

13.2.10

las esquinas de tu rostro


es extraño cuando no estas,
suelo rondar los pasillos y acabar en el mismo rincón.
mi cuerpo se debate entre caer y mantenerse de pie en la lucha.

puedo cortar con la exactitud de una hojilla
las palabras escritas en este papel
mientras mis manos dan detalle a cada curva, cada punto, cada coma.

fajado escribo y hago prominente esas insinuantes letras
y como nadie me conoce mi rostro pasa desapercibido,
estas son las horas y nada que apareces.

dejo de lado mis notas y mejor salgo a buscarte,
cruzo la calle, doy dos vueltas y ya para cuando me doy cuenta,
tengo el perfil de tu rostro en cada pared de mi habitación.


10.2.10

danzarín


Danzarín pa' donde miras?, danzarín pa' donde ves?.
Es mejor mirar pa' abajo, dicen que ahí 'tan los pies...

6.2.10

27 ans


"Pienso que la juventud sólo dura hasta los 27 años, a partir de ese momento junto a la juventud se va la vida también"
Kurt Cobain.

29.1.10

al kino le atino



Hacía una semana ya de aquel domingo en el que me encontraba sólo frente al televisor y me disponía a embestir el sueño cotidiano, rondaban las diez de la noche cuando de repente en pantalla preguntaba el individuo del flux negro y corbata gris -¿hubo o no hubo ganador?- y una música en off repetía incesantemente esta misma pregunta en un ritmo bastante contagioso que llegaba a ser bailable, tanto así que moví mis hombros por unos instantes, luego de estos segundos de alegre suspenso el señor de traje dice a todo pulmón -¡no hubo ganador!-, recuerdo haberme quedado intacto cual lagartija al asecho, buscando la manera de mimetizarme con la atmósfera del lugar, había un grupo de personas excitadas que aupaban esta noticia y aplaudían ante tal acontecimiento, seis cifras ocupaban la pantalla y parpadeaban mientras cambiaban de color, era una camaleónica cifra la que se reflejaba en mis ojos.

Esa semana transcurrió sospechosamente light, como dice al cantante, las horas convertían la espera en una ilusión creíble, casi palpable, esas que llegan por las noches y no dejas de pensarlas, como cuando se tiene la idea de que algo está tan cerca que casi nos pisa las sombras arrojadas por el cuerpo. Toda la semana estuve meditando la situación, armando planes de acciones a seguir al momento de recibir el dinero, contaba mentalmente, aunque a veces recurría al aparato de la pantalla y teclas con números llamado "calculadora" (su nombre lo decía todo), para sacar algunas cuentas, realmente me bastaba un cuarto del total del monto; tenía conversaciones conmigo mismo, no compartí con nadie esa inmensurable cantidad de secretos y posibilidades que rondaba en mi cabeza por esos días, créanme que la mente puede llegar a ser descomunal con pretextos de esa calaña; faltaban dos días para ese tan esperado evento, recuerdo era viernes y decidí mantener mi cuerpo limpio de bebidas y humo ya que estas pudiesen llegar a alterar mi deseo y mi concentración, dicen que mientras más desees algo hay más posibilidades de que se te dé, ley de atracción que llaman, así que me abstuve de llamar o hacer algún tipo de seña a amistades y malas influencias, leí durante esas dos noches sin perder de vista el objetivo final, ese camaleón, esa mc callister, en otras palabras, mamarrua, grande, jugosa, en fin esa boloña de real.

Había llegado por fin ese domingo, transcurría con parsimonia y sin mayor eventualidad desperté temprano, mucho más temprano de lo normal y dado a que vivo en una zona residencial no cancelé la oportunidad de conseguir el cartón ganador de ese día en algún kiosco de los tantos que tenía a mí alrededor a unos pocos pasos. Usaba mi mejor pinta dominguera, unos pantalones cortos marrones, la franela blanca roída de hace cinco años y chancletas de plástico azul, cabe destacar que de vaina cepille mis dientes al salir, pensé -con el café no tengo peo de mal aliento, primero lo primero- fijo, salí a comerme las calles y empiezo la travesía, primer kiosco, un señor de lentes ahumados y con un tabaco en la boca lo atiende, es ahí cuando empiezan a salir las palabras solas, había preparado todo un discurso que disimulara mi ansiedad y mis bajos instintos, entonces me acerque y le dije:

-buenos días, ¿cómo está?- y el señor afablemente responde,

-bien mijo, ¿y usté?

-muy bien gracias, una pregunta señor, ¿tiene el kino?, y con una sonrisa con cierto toque de ironía me dice –mijo, eso se me agoto hace tiempo-, así que sin mucho tropiezo decidí comprar el periódico regional, imaginé que la búsqueda iba a ser ardua. Continué con mi ruta, conocía de otro kiosco que estaba al cruzar la calle, repase mi discurso, alteré el orden de las palabras, en busca de un rostro más optimista en caso de que no hubiese kino, me acerqué y con algo más de confianza salió la pregunta directa

–buenas, ¿tiene el kino amigo?- inmediatamente me responde, aún sin mirarme,

–No señor- así, sin hacer pausa entre el no y el señor.

Algo perturbado por esa respuesta me hizo pensar que tal vez si tenía, sólo que por mis malos modales encubrió y acaparó los cartones de mi devoción, traté de olvidar lo acontecido y continué mi camino, y pensé –el próximo ¡sí va!- algo entusiasta para opacar el conato de disgusto pasado. Este que visitaba ya era un poco más nutrido en cuanto a material de kiosco se trata, revistas, tortas, gaseosas, pepitos y demás familiares y amigos, mantuve mi primer discurso y mi cortesía por aquello del disco de Facundo que dice lo Cabral no quita lo Cortes;

-buenos días amigo, disculpe, ¿será que tiene kino?- dije, con una sonrisita medio amanerada, y el muchacho en este caso, muy amaneradamente responde,

–no querido, me los quitaron todos de las manos en la semana- sonriendo al final de la frase, y con algo de pena respondí

–gracias- así, no más;

Me entretuve observando algunas revistas exhibidas, había una de esas de gente grande, en una de ellas tres mujeres en la portada, tres rubias y seis tetas que sonreían bajo un cielo estrellado y, en aras de reafirmar mis inclinaciones, me incliné y la tomé con fuerza, y le dije, con más actitud –¡pana me llevo está!- pagué y me retiré con un tumbao’ y tronando mi nuca con dos tirones secos, derecha e izquierda -siempre hay una mala lengua porai’- dije pensando en voz baja. Se agotaban mis posibilidades y con ellas mi paciencia, metí la revista en el diario y caminé, conocía la existencia de otro tarantín pero recuerdo no haber visto juegos de azar en sus vidrios así que decidí salir al centro de la ciudad, con el mismo aspecto de desdeñado y con la fe un tanto ya debilitada pero presente aún, era lo único realmente importante, ese orégano en esa pizza, como dicen por ahí.

Estando ya en el centro de la ciudad me pongo a pensar en el paisaje de las ciudades los domingos, cada una tiene su aire y su personalidad y veía sorprendido la suciedad que cobijaba las calles consecuencia de un fin de semana, la soledad, las familias y la plaza, algún predicador, dos estatuas vivientes, helados, cotufas y un arsenal de potenciales motivos de caries y de asaltos a bolsillos; un kiosco atiborrado de gente comprando el periódico fue mi objetivo a atacar, ya en estos lugares el idioma varía, ya se tiene que ser más sagaz y directo con lo que se dice

–buenas, ¿el kino?- a secas, y la respuesta del señor,

-no, chamo- desabrida, no hubo más nada que hacer allí, ya la fe bajaba la cabeza con mayor contundencia así que decidí acercarme hasta el tarantín que está cerca del bar de mala muerte y de hijos sin padre, es un decir, hedían los orines de la noche anterior, el sol no tenía contemplaciones con los transeúntes del lugar y mucho menos con el muchacho del kiosco que inhalaba los perfumes esparcidos sobre la brocal, mientras más me acercaba mejor distinguía los suplementos expuestos, enfoqué con mayor rigor y visualizaba mejor, apunté con tanto calculo que logré verlo, sí, ahí estaba, descolorido y sin candor, solo; abordé al joven que se encontraba en las afueras intentando tomar un poco de aire fresco, y pregunté ansioso,

panita, ¿ese kino juega hoy?- y el joven respondió claramente;

–sí, ese sale hoy aquí chamin- más convencido aún le dije,

–¡dámelo broder! me lo llevo- pagué la suma y me fui como huyendo de posibles perseguidores, miraba a los lados y podía ver la expresión de asombro en las personas al verme caminar con esa sonrisa burlona y aspecto algo desaliñado. Emprendí el regreso y caminé el mismo trayecto pero en sentido opuesto, al arribar a casa descansé mis brazos y manos de la carga que traía conmigo, una revista de adultos aunada a las malas noticias que suelen reseñar los diarios es una buena carga. Ese domingo lo hice mío, preparé caraotas para el almuerzo, la cena y dos siguientes comidas, hice varias arepas para no tener que cocinar más en todo el día, quedaba un poco de café en la greca, lo calenté y me dispuse a engullir mis alimentos con sumo cuidado y harto placer, me deleitaba con cada bocado que introducía en mi boca, era de esas veces que te dan ganas de comer como un perfecto primate, con las manos, mancharse la cara y devorarse casi los dedos y tratándose de caraotas con mantequilla y queso el cuento es otro.

Pasaron los minutos y con ellos las horas de ese domingo, se hizo atardecer y con un poco más de voluntad de parte del universo, llegó la noche, mismo lugar, misma posición, ahí estaba de nuevo, frente a la cajita del entorpecimiento, frente a mis sueños y mis no sé cuantas posibilidades de pegarle ese día al premio gordo, de atinarle a esas quince bolitas, diría el presentador; en efecto, fueron quince las esferas mostradas por una maquina que a través de algún sistema de vacío, creo, atrae las pelotitas a las luz, es como un parto de mujer con caderas anchas; decidí anotar los números en un papel aparte, no había hecho el intento de memorizar el cartón en juego que tenía en mis manos, recuerdo lo guardé en alguna de las páginas de la revista de las seis tetas airosas; uno a uno fui anotando, corroborando y al final de la obra, sube el telón y ¡déjà vu!, casi con exactitud el hombre de traje gris y corbata negra ahora, repetía las misma pregunta -¿Hubo o no hubo ganador?- y la música de fondo no se hacía esperar, los aplausos, los rostros, la gente, la emoción y la tensa alegría eran los ingredientes de la receta que pareciera se había seguido con total cabalidad y al pie de la letra de los productores del show; pasados ya estos minutos irrumpe el hombre de flux diciendo con mayor alteración y con cara de trastornado -¡Sí hubo ganador!- mis esperanzas y mis pupilas se dilataron, mi corazón latía a treinta minutos por segundo, como dice el poeta, me puse de pie y empecé a dar vueltas en la habitación cogí la revista y la abrí con la ilusión de haber tenido suerte y más que suerte con la convicción de que el juego estuvo arreglado y yo había resultado ser el afortunado, ya que entre mis planes estaba “mojar la mano” de los creadores, hice el conteo mental de los aciertos mientras a su vez rayaba en la hoja un signo de aprobación. – ¿uno?, bien; ¿dos? correcto; ¿tres?, exacto; ¿cuatro?, que bien; ¿cinco?, ja!; seis, seis, ¿seis?, verga- bajé mi cabeza en señal de decepción, pero pensé –sí ya no son quince, voy por esos catorce-, y continué mi búsqueda, -¿siete? fino, ¿ocho? sí, vamos; ¿nueve? ¡coño! dos menos, ¿diez? nada, ¿once? pelao’; ¿doce? ¡no joda!- ya algo en mi interior ya me decía que me olvidara de todo esto y retomara mis actos cotidianos, por mera inercia seguí hasta completar las quince bolas escrutadas por esa máquina de odio y felicidad.

Nada, no acerté sino en mis sueños, cumplí con un mínimo de nueve números, maltrechos y desorientados, contemplé el cartón y regresaban a mi cabeza las voces sucedidas en ese momento, el “hubo o no hubo ganador” la gente gritando “sí hubo” y “no hubo” me salí de ese mundo por un momento y ya para cuando me di cuenta me encontraba en forma detallando los senos, nalgas y demás partes de la mujeres posando para mí, tomé el juego, lo aparte y lo sustituí por mi “apéndice” y mentalmente e irónicamente le respondía al individuo de la televisión –Ahora sí petiso, pregúntame de nuevo, ¿hubo o no hubo ganador?- mientras atinaba al kino ubicado entre los senos de “Holly” con mi mejor demostración de realidad.