5.10.10

Nada visible.


Envuelto en lo carnoso de tus labios,
esos que decoran tu rostro con descaro.
Me hago corto en la distancia, sencillo, frágil.
Ya no soy yo quien corre en tu dirección;
fue el viento el que me acerco hasta tu perfume,
confiado voy dejando que tu cuerpo me enseñe el camino,
con los brazos abiertos me deslizo para no perder detalle
hasta tus zonas blandas y húmedas,
la semillas ya fueron arrojadas al campo,
y mientras llueve voy despertando del letargo
sútil y agitado.



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