4.4.12

Estas ciudades de noche


Las noches de estas ciudades,
no se enfrían, ni se olvidan, le hieden los suelos al sudor del día,
le gritan los rieles y le rechinan las voces en la oscuridad.
A las noches de estas ciudades,
no las calma el dolor de las imprentas, ni el olor a tintas de sangre,
ni las lágrimas de luz, ni el eco de los magos de vidrio.
Estas ciudades nocturnas,
sueñan y suenan al ritmo de máquinas desbordadas,
huyen del bullicio, de la calle, de los muros de gente,
A las noches de estas ciudades,
le sobran las resacas y los borrachos con deudas,
la plaga de los motores y las luciérnagas de cerro.
A estas ciudades
les duele el vértigo de la noche.

Yo, abducido



¿Qué hubiera pensado yo?
Haber vestido estas ropas tan desaliñadas,
Este cabello tan revuelto por los dedos de turno.
¿Qué hubiera imaginado yo?
Caminar por esta calle y a esta hora,
Con este frío que congela las lágrimas en el mentón.
¿Qué pensaba yo?
Cuando tomé los pies, los vestí de calle,
Y perfumé las camisas que la paciencia me encargo con bendiciones.
¿Qué hago yo?
En esta fecha tan ajena y vacía de las presencias que me faltan,
Entre este tráfico de sueños desajustados,
Con estas promesas que no se cumplen.
¿Qué hubiera sido de mi si no hubiese sido yo?